GERTRUDIS

La Corona no es esa joya que llevas sobre tu cabeza. La Corona es tu cuerpo. La Corona eres tú.

miércoles, 31 de julio de 2019

Opinión de David Jabib de Souza

MÁS QUE UNA MIRADA DE GÉNERO
Sublime y conmovedor Unipersonal de nuestra querida Stella Matute sobre la madre de Hamlet de la pluma de Fernando Musante y dirigida por Santiago Doria.
Nos sumerge en una época de reyes, reinas, protocolos, herencias de tronos, sumisiones de género y de fuerza de un sistema que como siempre hace que las cosas parezcan no poder cambiar nunca.
Stella lo es todo, es hijo soñador, es amante, es rey, es mentor pero por sobre todo reina, madre y mujer. Le explica al hijo que sus sueños de paz son imposibles con su voz maternal pero lo imposible llega de una mano cálida, de una voz, la voz que despierta el sentimiento y la pasión que hacen que uno se re descubra. Más allá de las fuerzas invisibles del poder que somete hay otras que lo liberan y hacen que la vida tenga no un giro sino varios giros que a ojos cerrados y brazos en alto nos invitan a soñar y disfrutar de eso que llaman...que llamamos vida.
Impecable hasta la impresión Stella Matute y Fernando Musante nos conmueven con todo la pasión y el sentimiento con sus y nuestros Gertrudis, Hamlets, Claudios, étc.
Gracias por Todo!
(David Néstor Jabif de Souza - Actor)

Stella Matute es Gertrudis
Todas somos Gertrudis

Martes 21 hs. - Teatro La Comedia - Rodriguez Peña 1062
GERTRUDIS , de Fernando Musante
Dirección: Santiago Doria

Opinión de Raúl Delgado - Actor


No es la corona esa joya que lleva sobre su cabeza. Su cuerpo entero la hace reina. No sé si es literal, pero es la idea.
Y su voz de reina. Su voz de madre. Su voz de niña. Su voz de mujer. Stella Matute es una actriz tan prodigiosa que es todas ellas por separado y al unísono. Y mucho más. Porque uno ve y escucha a Gertrudis y aparecen la brutal decadencia del Rey, la servicial fidelidad de Polonio, la dulzura de Ofelia, la seducción revelada de Claudio, la vehemencia juvenil del Príncipe.
Ver la historia desde los ojos y las vísceras de esta mujer, desde su vientre protagonista, desde su piel estremecida, resignifica y agiganta el clásico. Lo vuelve más universal aún. Gran texto de Fernando Musante. Dirección exquisita de Santiago Doria. Y Matute. Talentosa, sensible, profunda. Uno celebra cada palabra, cada silencio, cada suspiro. Todo es verdad en escena, si ella está ahí.
No se pierdan Gertrudis, por favor.

(RAÚL DELGADO)

jueves, 25 de julio de 2019

EL OTRO LADO DE LA LUNA - Critica de Mariángeles Sanz para Luna Cultural


Si no supiéramos que Gertrudis es la madre de Hamlet pensaríamos al escucharla dudar como escribirle, que sólo es una madre preocupada por su hijo y su reacción ante la muerte de su padre, ante el posible casamiento de ésta con su tío. Pero Gertrudis es un personaje de Shakespeare, y por lo tanto, cada una de sus acciones, cada una de sus palabras son signos, una cadena de significantes que como una huella sangrienta nos lleva de la mano a la tragedia. Porque en su decisión se juega más que el enojo filial, se juego el destino de un reino, el que ella gobierna con su cuerpo sin cabeza, porque ésta es la de su esposo, sea cuál fuere el mismo.

Mujeres en las historias de las obras clásicas, mujeres, las de la Historia Universal, atravesadas por un poder que las excede, condenadas a ser herramienta y no mano que ejecuta. Así nos señala el dramaturgo a su personaje cuando nos muestra no los acontecimientos que describe el vate inglés, sino el sujeto Gertrudis, una mujer que tiembla, que nunca ha sentido el placer, que nunca ha amado hasta ese presente de encrucijada, donde la muerte de uno es vida para ella.

Stella Matute le da carnadura a esa mujer atormentada, con gestos, palabras, las propias y las ajenas, con sutilezas, con el temblor de la revelación: la de su propio cuerpo renacido, y la del destino de una decisión que le traerá más de un dolor de cabeza con ese hijo que ignora, ignora la verdad. Y lo hace con una fluidez, con una comprensión del alma que la transita, que nos suspende en sus palabras esperando, tal vez, algún otro final para ella, que el que sabemos tendrá.

Metáfora de muchas otras, ayer como hoy, el personaje da vuelta su imagen de perfidia y de la mano del dramaturgo nos aproxima al borde de una vida que nunca tuvo posibilidad de decidir, y que está vez tampoco, sólo que su cuerpo reacciona al calor de las caricias y no necesita razones. Por una vez el mandato será obedecido por su deseo de mujer.

Una puesta intensa, con una muy buena performance de la actriz, que se construye a partir de las palabras, de los gestos, dándole sentido a los objetos que la rodean: el papel y la pluma, la cadena con la cruz, la corona, y sus ropajes de encaje rojo y forro negro, que guardan los dos sentimientos que la envuelven: el duelo, y la pasión. Cada elemento tiene su función dentro de una puesta cuyo soporte es la palabra, donde el personaje es un sujeto que intenta explicarse para poder explicar lo que le pasa, sin saber si podrá, que se enfrenta a los poderes que gobiernan su género: el reino y su condición de madre.

Ficha tècnica: Gertrudis de Fernando Musante. Intèrprete: Stella Matute. Mùsicos: Bruno Bragato, Santiago Rosso. Vestuario y escenografìa: Alejandro Mateo. Maquillaje: Cholu Dimola. Diseño de luces: Carlos Rivadero. Realizaciòn de escenografìa: Gustavo Di Sarro. Realizaciòn de vestuario: Titì Suàrez. Realizaciòn de pelucas: Myriam Manelli. Mùsica original: Santiago Rosso. Operaciòn Tècnica: Juliàn Bisogno. Fotografìa y prensa: Silvia Macri. Diseño gràfico: Pablo Hulgich. Asistente de direcciòn: Graciela Ramìrez. Direcciòn: Santiago Doria. Duraciòn: 60 minutos. Sala 3 de Teatro de la Comedia.

Link de la crítica: https://lunateatral2.wordpress.com/2019/07/10/gertrudis-de-fernando-musante/

martes, 16 de julio de 2019

GERTRUDIS: LA MADRE DE HAMLET, EN UNA REFLEXIÓN INTENSA - Por Carlos Pacheco para La Nación

Autor: Fernando Musante / Intérprete: Stella Matute / Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo / Música: Santiago Rosso / Luces: Carlos Rivadero / Dirección: Santiago Doria / Sala: La Comedia, Rodríguez Peña 1062 / Funciones: martes, a las 21; sábados, a las 18 / Duración: 60 minutos / Nuestra opinión: muy buena


Una mujer intenta escribir una carta a su hijo, que está fuera de la ciudad. La muerte de su padre debe ser anunciada de inmediato, pero ella demora en enviar ese mensaje. La muerte de su esposo la lleva a detenerse, necesita explorar su vida. De esa manera quizás encuentre la fortaleza para realizar la acción que se ve obligada a poner en marcha. Los recuerdos van sumándose. Desde su niñez ha sido preparada para ser reina, y ese compromiso le ha generado más de una contradicción.

Gertrudis, la madre de Hamlet, aparece aquí descripta en una dimensión inesperada por los amantes de la obra de William Shakespeare. En el presente de la acción, su conducta se ve convulsionada por los acontecimientos detallados en la pieza original. Hamlet padre ha sido envenenado, y ella decide dejarse arrastrar por un tardío amor hacia su cuñado Claudio. Ni siquiera imagina los complejos momentos que desencadenarán ambas situaciones.

El texto de Fernando Musante resulta sumamente atractivo; detalla unos posibles sucesos que han ido dando forma a la vida de esta mujer. No la juzga: simplemente le permite narrar su historia con extrema sencillez y sensibilidad. Muy indefensa por momentos, ella siguió los mandatos del poder y ahora los que dicta su corazón. A través de una puesta de extrema sobriedad, el director Santiago Doria logra que Gertrudis asome como un ser que experimenta los más diversos sentimientos y siempre buscando ese justo equilibrio que le permita sobreponerse al doloroso momento que está viviendo.

Stella Matute construye con mucha intensidad a esa criatura. Lentamente, va introduciendo al espectador en su universo y logra que este comience a comprender su acción dentro del reino. Matute juega con los recuerdos y se pone en la piel de una niña; luego, en aquella reina joven que debió seguir los consejos del regente Polonio, y más tarde será la encargada de consolar a la pequeña Ofelia, en el momento en que muere su esposo Hamlet. Cada situación está expuesta por la intérprete con mucha seguridad, y es así como su realidad adquiere verdaderamente una dimensión muy diferente de la que bien conoce quien observa desde la platea.

La escenografía y el vestuario de Alejandro Mateo sintetizan muy bien el clima de la época, al igual que la música de Santiago Rosso.
CARLOS PACHECO

UNA CITA IMPOSTERGABLE CON EL GRAN TEATRO por Carlos Abeijón para Radio Cultura


“Un unipersonal imperdible en Teatro La Comedia. La inteligente dramaturgia de Fernando Musante recupera y humaniza y le da un protagonismo inesperado a la Reina de Dinamarca, madre de Hamlet, pieza fundamental de Shakespeare. Apartada de sus zonas más oscuras, esta poderosa mujer, marcada por los hombres y su linaje, manejado por los condicionamientos de la época, se presenta como una mujer deseante, más que como objeto manipulable y enfrenta su destino con entereza, revalorizando la condición de género y sus designios de mujer. Este rico material, emociona e invita a la reflexión sobre el lugar de la feminidad en tiempos de poderes absolutos, guerras, sangre y ambiciones desmedidas y encuentra en el avezado, versátil y cada vez más brillante teatrista Santiago Doria. Una puesta rigurosa y refinada, con destaque en todos los rubros artísticos. Claro que el resultado final no podría ser tan bello y atrapante sin el soberbio protagonismo de la dúctil y sensible Stella Matute, una actriz de una entrega emocional fantástica, que recorre, con una amplia gama de recursos, los distintos estados anímicos de su personaje y de algunas criaturas que la circundan. Una cita impostergable con el gran teatro. Para disfrutar y recomendar. Muy bueno”...
CARLOS ABEIJÓN
El explorador cultural. Lorena Peverengo. FM Radio Cultura. 
Una mujer. Graciela Borges. AM Radio Nacional.
Jurado Premios ACE

LA REINA GERTRUDIS, EN TALENTOSA RECREACION por Rafael Granado


Los anchos caminos del teatro permiten que una mujer con peso propio en un clásico de clásicos  como es "Hamlet", que se movía entre numerosos personajes, ahora sea la única protagonista en el formato del unipersonal.
El personaje en cuestión es Gertrudis, reina de Dinamarca y madre del príncipe que es el eje trágico en el insoslayable texto del notable William Shakespeare, mujer atada al asesinato de su primer marido, en medio de la enajenación que acosa a Hamlet.  En la obra "Gertrudis", ella es la única figura visible, recreada por el autor argentino Fernando Musante, que la muestra como una reina (aunque no reinará, como se asegura) que busca su lugar en el mundo, en una época donde el espacio femenino estaba dominado por los hombres.
Intensas, recorriendo las sensibles vivencias de Gertrudis, las numerosas situaciones dejan en descubierto un temperamento diferente al que trazó Shakespeare en la fuente original. Porque sin alejarse de la esencia de esa criatura, Musante la recrea a la medida de su personal imaginación autoral. Así desfilan varios prototipos importantes, que servirán para que ella deje en descubierto sorprendentes revelaciones. En la ronda de seres vinculados a Gertrudis surge nada menos que el hermano del rey que, supuestamente, murió atacado por una serpiente ponzoñosa, y que se adueña de la corona al unirse a la viuda. En ese terreno, ella descubre que su nuevo marido es mejor que el anterior en su relación carnal, más cálido, al punto de que le despierta nuevas sensaciones. Sin embargo el rápido cambio de esa actitud marital le generará desencanto. A la vez, Gertrudis no deja de pensar en su hijo, sentimiento que encuentra su momento más emotivo en un desenlace con vuelo propio.
Como en todo unipersonal, la responsabilidad y los riesgos actorales aumentan en la misma proporción en que, al no tener nadie para apoyarse y dialogar, los intérpretes sienten que pisan el escenario en soledad, sin red. Por eso, en medio de climas densos, y acaso acicateada por el desafío, Stella Matute compone a Gertrudis con matices intensos, sin ceder un ápice en su fuerza expresiva a lo largo de los 60 minutos de duración de la obra. Convincente y expresiva en su más alto nivel, se desdobla en distintos papeles, volviendo siempre a esa mujer que atraviesa crisis, instantes de sosiego y una cierta esperanza.  Gertrudis, el centro de todo, vive en la voz, en los gestos y en los movimientos corporales de la actriz.
Moviendo los profundos hilos narrativos diseñados por Musante, y cuidando el vital desempeño de Matute, está la mano experimentada y siempre valiosa del director Santiago Doria, sumando calidad en este unipersonal reflexivo.
RAFAEL GRANADO 
Radio 2 x 4 
Tangos a la Madrugada

lunes, 8 de julio de 2019

CRÍTICA DE ALBERTO CATENA PARA REVISTA CABAL


¿Quién es Gertrudis? Cualquier buen lector o espectador de la obra de Shakespeare recordará de inmediato -si otra evocación más familiar o próxima a su vida y memoria no se le adelanta- que en Hamlet ese es el nombre de la madre del protagonista y viuda reciente del rey muerto en Dinamarca. Cuando la obra comienza han pasado apenas dos meses de la muerte del rey y Gertrudis ya se ha casado, apenas treinta días después de enterrado su cadáver. Lo ha hecho con el nuevo monarca, Claudio, hermano menor del difunto. Enseguida se sabrá que el antiguo rey murió envenenado por quien lo reemplaza en el trono.
   
Gertrudis es un personaje fundamental de la pieza de Shakespeare, sobre todo por lo que significa para Hamlet. Shakespeare la hace aparecer en distintas escenas en las que sus intervenciones son más bien cortas, salvo la que se produce en el intenso y explosivo diálogo que mantiene con su hijo en su habitación, lugar en el que Hamlet mata a Polonio. También es vital su participación en el duelo a florete del hijo y Laertes, cuando bebe vino envenenado de la copa que Claudio le sirvió a Hamlet. Ese sacrificio de Gertrudis cambia el curso de los hechos. Sin embargo, el Bardo ha dejado para el lector o espectador ciertos huecos o incertidumbres respecto de quién esa mujer, cuál ha sido de verdad su conducta respecto de la muerte de su marido. ¿Ha ignorado ella, que se ha casado tan de inmediato con Claudio, que éste lo envenenó a su ex esposo? ¿Tuvo información y fue cómplice con su silencio? ¿Era amante de Claudio desde antes, aprovechando lo que se supone eran las largas ausencias de Hamlet padre en diversas guerras del reino?
     
En aquel duro diálogo con su madre en su habitación, y ante la expresión “¡Qué locura criminal!”, que exhala Gertrudis al ver el cadáver de Polonio, Hamlet contesta: “Tan criminal querida madre como matar a un rey para después casarse con su hermano”. ¿Hamlet piensa realmente que su madre está complicada en el asesinato de su padre? Parecería, sin embargo, que no, que su reproche es más que nada un rapto de ofuscación. En rigor, si hay que orientarse por los indicios que proporciona la obra es poco y nada lo que  sabe y hay pocas pistas para responder a aquellas preguntas. Con lo cual, lo usual es pensar que Gertrudis, es una mujer que no ha tenido peso en el reino, más bien ingenua, y que, muerto el marido, con el cual su vínculo se había debilitado, se deja ganar por una poderosa pasión por su cuñado.
     
Esta hipótesis es la que aborda el autor Fernando Musante para imaginar, en el monólogo que interpreta la actriz Stella Matute, un pasaje de su vida previo al casamiento con Claudio. Gertrudis cuenta algo de su historia con su ex marido. Ha sido entregada muy joven al rey por su padre para que cumpla la tarea de amante esposa ante un hombre al que no conoce y que la excede en edad. El monarca ocupa gran parte de su existencia en guerrear para mantener o ampliar el territorio de su reino y su poder. No tiene ojos ni atención para ella, salvo cuando vuelve de las batallas y se arroja sediento sobre su anatomía para saciar brutalmente su deseo carnal y luego abandonarla en el lecho, insatisfecha y temblorosa, tratada como un objeto. La felicidad no ha llegado nunca a esa mujer. En cambio, cuando Claudio la seduce, su cuerpo es colmado de caricias y ternuras y se funde en una estremecedora unión con el cuerpo del otro.
     
Lejos está este retrato de Hamlet padre de las descripciones que hace su hijo cuando exalta delante de su madre las virtudes de él o cuando evoca, en una escena en que está solo en escena, la repentina decisión que tuvo de casarse con su tío y el olvido que su cabeza sufrió de aquellos instantes en que ella se colgaba del cuello de su padre al verlo llegar, “como si su hambre aumentara con lo que es su alimento.” Pero esa es la visión del hijo, no hay palabras de la madre que avalen con certeza que ella lo amaba como la describe el príncipe. Por eso, la hipótesis imaginada por Musante -que tiene claras reverberaciones del modelo de mujer sometida y desvalorizada por las estructuras patriarcales- es totalmente válida, como lo sería cualquier otra que, ante el vacío y los enigmas que deja el texto shakesperiano, hubiera imaginado una mujer más libre y ambiciosa, tocada por el deseo de poder y cierta inescrupulosidad, como tantas otras reinas de aquel mundo poblado de dinastías sangrientas.
   
La ventaja es que en este texto de Musante, bien escrito y sanguíneo, Gertrudis no es solo una enamorada deslumbrada por su nueva experiencia, también es la madre preocupada por lo que puede pensar su hijo, por la reacción que él tendrá al enterarse del su precipitado casamiento. Esto coincide perfectamente con lo que pasa en la obra original. En una de las primeras escenas, y ante la duda de Claudio sobre cuál será la razón que perturba tanto a Hamlet, Gertrudis le dice: “Temo que no hay más que una: la muerte de su padre y nuestro apresurado casamiento”. Ella avizora el efecto que la información provocará en el alma de Hamlet y mientras celebra la inminencia de la boda y el descubrimiento del amor, se inquieta por lo que su hijo pensará de esas dos noticias. Ese ir y venir entre esa exaltación casi primaveral de Gertrudis y su decisión de escribirle a Hamlet para contarles los hechos en una carta -gesto que se frustra a cada momento por la preocupación de que el hijo tome a mal el anuncio- son dos espacios entre los cuales esa excelente actriz que es Stella Matute se mueve virtuosamente, poblando a cada uno de ellos de los ricos matices y tonalidades que requieren. Bajo la dirección atenta e inteligente del experimentado Santiago Doria, y en el marco de una cálida escenografía concebida por Alejandro Mateo (también autor del excelente vestuario), la actriz ofrece una hora de recordable interpretación.

Link de la crítica:
http://www.revistacabal.coop/entretenimientos/gertrudis?fbclid=IwAR1_72kpwEozLUwJK2REHl-YxdBG5x1QdowbuERkhfSrkvYZrOOt5OLx4-I