Los anchos caminos del teatro permiten que una mujer con peso propio en un clásico de clásicos como es "Hamlet", que se movía entre numerosos personajes, ahora sea la única protagonista en el formato del unipersonal.
El personaje en cuestión es Gertrudis, reina de Dinamarca y madre del príncipe que es el eje trágico en el insoslayable texto del notable William Shakespeare, mujer atada al asesinato de su primer marido, en medio de la enajenación que acosa a Hamlet. En la obra "Gertrudis", ella es la única figura visible, recreada por el autor argentino Fernando Musante, que la muestra como una reina (aunque no reinará, como se asegura) que busca su lugar en el mundo, en una época donde el espacio femenino estaba dominado por los hombres.
Intensas, recorriendo las sensibles vivencias de Gertrudis, las numerosas situaciones dejan en descubierto un temperamento diferente al que trazó Shakespeare en la fuente original. Porque sin alejarse de la esencia de esa criatura, Musante la recrea a la medida de su personal imaginación autoral. Así desfilan varios prototipos importantes, que servirán para que ella deje en descubierto sorprendentes revelaciones. En la ronda de seres vinculados a Gertrudis surge nada menos que el hermano del rey que, supuestamente, murió atacado por una serpiente ponzoñosa, y que se adueña de la corona al unirse a la viuda. En ese terreno, ella descubre que su nuevo marido es mejor que el anterior en su relación carnal, más cálido, al punto de que le despierta nuevas sensaciones. Sin embargo el rápido cambio de esa actitud marital le generará desencanto. A la vez, Gertrudis no deja de pensar en su hijo, sentimiento que encuentra su momento más emotivo en un desenlace con vuelo propio.
Como en todo unipersonal, la responsabilidad y los riesgos actorales aumentan en la misma proporción en que, al no tener nadie para apoyarse y dialogar, los intérpretes sienten que pisan el escenario en soledad, sin red. Por eso, en medio de climas densos, y acaso acicateada por el desafío, Stella Matute compone a Gertrudis con matices intensos, sin ceder un ápice en su fuerza expresiva a lo largo de los 60 minutos de duración de la obra. Convincente y expresiva en su más alto nivel, se desdobla en distintos papeles, volviendo siempre a esa mujer que atraviesa crisis, instantes de sosiego y una cierta esperanza. Gertrudis, el centro de todo, vive en la voz, en los gestos y en los movimientos corporales de la actriz.
Moviendo los profundos hilos narrativos diseñados por Musante, y cuidando el vital desempeño de Matute, está la mano experimentada y siempre valiosa del director Santiago Doria, sumando calidad en este unipersonal reflexivo.
RAFAEL GRANADO
Radio 2 x 4
Tangos a la Madrugada
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